miércoles, 11 de julio de 2007

El proyecto político del PDA y la historia de Colombia

¿En qué sentido puede ser importante la historia en la construcción de un proyecto político?

Por El Búho
Mayo 25 de 2007

Aclaremos en primer lugar que el proyecto político del PDA apenas está en construcción y tiene sus cimientos en el Ideario de Unidad. Estrictamente hablando aún no hay un proyecto político del PDA. Pero sabemos que debe contener elementos de identificación con intereses y valores de las mayorías del pueblo colombiano: aquellos sectores sociales marginados de la riqueza y el poder y las capas medias (pequeños propietarios, profesionales, etc). También sabemos que debe inspirarse en valores claves de la modernidad como la equidad (justicia social), democracia, derechos y deberes, soberanía (independencia) que se resumen en el Estado Social de Derecho.

Debe ser claro que el PDA no es un partido revolucionario sino reformista, no es clandestino ni insurreccional sino legal, institucional y electoral, no es un partido de cuadros sino un partido de masas. Sin embargo, en el PDA puede haber corrientes que miren más allá del horizonte propio del partido y apunten a un nuevo modelo de sociedad, pero respetando desde luego las reglas del juego.

No es posible plantear cambios dirigidos en la sociedad si no conocemos bien ese sistema social y ello implica no sólo conocer sus estructuras e instituciones sino además su génesis. Hay que saber cómo se formaron esas estructuras sociales y sus instituciones para entender por qué son de esa manera y no de otra, en qué se parecen y en qué se diferencian de las de otros países y hasta dónde son cambiables o cómo podrían ser cambiadas.

La pregunta genérica sería: ¿por qué somos como somos? (los colombianos). Esta inquietud nos lleva a investigar como se originó nuestra estructura demográfica, nuestras identidades regionales y étnicas, las características de la base económica, la infraestructura de producción y comunicación, las instituciones políticas y jurídicas, la estructura social, la cultura, las mentalidades y los imaginarios (creencias, costumbres, valores, etc). Este análisis también debe permitirnos vislumbrar el horizonte de nuestras posibilidades y construir lo que se denomina un Proyecto de Nación.

Una segunda razón para estudiar nuestra historia es que algunas de esas instituciones son conquistas de las luchas populares y no un obsequio de los gobernantes. Esto es fundamental en el discurso pues de ello depende la legitimidad de la lucha por profundizar esas conquistas y hacer avanzar la democracia y el estado social de derecho o por defender lo ya conquistado cuando los intereses poderosos pretenden reversarlo. Esto determina las actitudes de las personas ante el régimen, las instituciones y los partidos.

Una tercera razón es que conocer los antecedentes de los partidos políticos actuales y de sus dinastías dirigentes permite evaluar qué se puede esperar de ellos y evitar que engañen a la gente. En últimas se trata de hacer un juicio histórico a los partidos tradicionales (considerando su evolución) y a la clase dirigente; esto es parte del hacer política. Asimismo es preciso conocer la historia de las luchas populares y de los partidos de izquierda para aprender de sus éxitos y de sus errores, para retomar legados que merecen continuidad (Gaitán, por ejemplo).

Finalmente hay que decir que las comunidades humanas necesitan factores de identidad y entre los más fuertes se encuentran lo que los científicos sociales llaman mitos fundacionales. En este sentido, Bolívar y los demás líderes de la gesta libertadora se convierten en el referente obligado de la fundación de la República y asi constituyen el símbolo de la identidad nacional y latinoamericana, bastión de la autoestima de nuestros pueblos y sobre todo encarnan el valor de la independencia y la soberanía, plenamente vigente hoy en dia pues vive bajo constante amenaza. En este punto hay que combinar los dos criterios: soberanía e integración (nacionalismo sano e internacionalismo sano).

En el caso de Bolívar, específicamente, sin duda su rol esencial es ser ese símbolo de independencia, unidad y grandeza de buena parte de América y por tanto la encarnación de un proyecto de nación y de integración capaz de configurar un polo alterno frente a los epicentros mundiales de poder. Pero también son rescatables muchas de sus ideas en varios campos en las cuales tuvo las razones e intuiciones de un gran visionario. Pero más allá del mito hay que descubrir al ser humano, producto de su época y, por ende, desconocedor de muchos de los grandes problemas que hoy enfrentamos y que era imposible imaginar hace 200 años.

Plantearse la vigencia del pensamiento bolivariano hoy implica comparar las dos épocas, los comienzos del siglo XIX y los comienzos del XXI. Y asi determinar lo que sigue sin resolver (“lo que Bolívar no hizo sin hacer está hasta hoy” decía Martí hace 100 años) pero también enfrentarse a nuevas situaciones y desafíos definidos por el contexto global que vive la humanidad en nuestro tiempo.

Un buen ejemplo de las limitaciones del pensamiento bolivariano es la constitución boliviana. La que se hizo hace 190 años con la visión de Bolívar merece una crítica profunda que al sacarla de su contexto nos obliga a tomar distancia en muchos puntos. Pero además del análisis histórico es interesante observar el proceso de la Bolivia actual, donde el MAS dirigido por Evo conduce un proceso de Asamblea Constituyente que está próximo a parir una nueva Constitución. Cabe preguntarse por ejemplo: ¿La Constitución de hoy en Bolivia qué tanto se inspira, qué tanto toma de la Constitución bolivariana de otrora?

EL BUHO


Tres niveles de unidad:
(1) Proyecto de Nación (compartible por todos los colombianos)
(2) Proyecto político (compartible por el PDA; por ahora tenemos el Ideario de Unidad)
(3) Modelo Alternativo de Sociedad (compartible por una corriente de pensamiento en el seno del PDA)

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